lunes, 25 de mayo de 2009

Fue, en Madrid. El convento de las Maravillas.

En La plaza del Dos de Mayo, conocida como Malasaña o Maravillas.
Aquí estuvo emplazado el Cuartel de Artillería de Monteleón, donde los famosos héroes Daoiz y Velarde presentaron batalla a las tropas francesas y murieron junto a otros muchos madrileños en la jornada del 2 de mayo de 1808. Entonces la fisonomía urbana era diferente pues el trazado viario actual se construyó en la segunda mitad del siglo XIX. Así, en el solar donde estuvo ubicado el Cuartel de Monteleón, que fue un antiguo palacio de los duques de este nombre, se abrieron las calles de Ruiz, Malasaña y de Monteleón, se prolongó la del Divino Pastor, se sustituyeron antiguos nombres de calles por los de Daoiz, Velarde, Dos de Mayo, y se creó la plaza del 2 de Mayo. Casi todos los nombres de estas calles guardan relación con el episodio de 1808 y en el centro de la plaza del 2 de Mayo permanece un monumento conmemorativo que representa a estos héroes combatiendo contra los franceses, bajo el arco de entrada del antiguo cuartel de artillería. Esta plaza también se asienta sobre parte del solar que ocupó el Convento de las Maravillas y del que actualmente sólo se conserva su iglesia, la parroquia San Justo y Pastor. Tras el palacio de Monteleón estaba la puerta de las Maravillas que tomaba el nombre del cercano convento; el palacio del convento estaban separados por la entonces calle de San Miguel, hoy parte de Daoiz. La puerta era un sencilla portillo que debio desaparecer hacia 1690 al ampliar los duques de Montelón su palacio, luego cuartel de artilleria. la puerta la podemos situar en la esquina de las calle Ruiz y Divino Pastor. A la altura del convento de las Maravillas en la calle de San Bernardo, frente a la Daoiz antes de San Miguel, había un arca de agua del viaje de la Alcubilla, derribada en 1868, y la fuente de Matalobos que derramaba su agua al arroyo de la calle de las Minas.

Estuvo el monumento a Daoíz y Velarde delante de la Puerta de Velazquez del Museo del Prado.Realizado por Antonio Solá en 1822, representa a los primeros héroes de la Guerra de la Independencia. Ubicado inicialmente en el Parterre del Retiro, fue trasladado temporalmente al Museo de Escultura, en el Casón del Buen Retiro y luego en el Museo del Prado, enclavándose definitivamente en 1869 en la plaza del Dos de Mayo, junto al arco del viejo Parque de Artillería de Monteleón. La foto está datada en 1880, lo que no concuerda con la instalación definitiva del Monumento en la Plaza del Dos de Mayo.


En la plaza del Dos de Mayo y en la calle de la Palma está la iglesia del antiguo monasterio de San Antón, de religiosas carmelitas recoletas, más conocido por el nombre de las Maravillas debido a una imagen de la Virgen que se veneraba en su interior. El origen de este convento se remonta a un recogimiento de doncellas fundado en 1612 por Juana de Barahona en la calle Hortaleza. En 1616 este recogimiento se traslado a su emplazamiento definitivo en la calle de la Palma Alta y ocho años después, tras adoptar la regla del Carmen, se erigió en beatario. En 1644 la comunidad se erigió en monasterio con la llegada a Madrid de tres religiosas del Monasterio de la Concepción de Alcalá, y dos años después la institución era reinaugurada por Felipe IV y pasó a formar parte del patronato de la Corona. Desamortizado durante los años de la revolución de 1868, el convento fue demolido y en su lugar se abrió la Plaza del Dos de Mayo. La Iglesia, que permaneció abierta al culto, se convirtió en parroquia en 1891, año en que se trasladó a este edificio la parroquia de San Justo y Pastor que estaba en la desde ahora Basílica de San Miguel.

La Parroquia de San Justo y Pastor era una de las más antiguas de Madrid. Nombrada en el fuero de 1202, estuvo en principio ubicada en la calle San Justo. Poco sabemos de sus primitivos orígenes; sólo conocemos que en 1438 se hizo en la parroquia un voto a San Pedro, y que en 1481 la familia de los Coello fundó una capilla en dicha parroquia. El primitivo templo se quemó en un incendio en 1690, siendo sustituido por uno nuevo –hoy Basílica Pontificia de San Miguel- que empezó a construirse en 1739 siguiendo un proyecto de Teodoro Ardemans. En 1805, San Justo se va a anexionar la parroquialidad de la desaparecida San Miguel de los Octoes, situada aproximadamente en lo que hoy es el Mercado de San Miguel, pasando a denominarse desde entonces parroquia de San Justo y San Miguel. Ambas permanecerán unidas hasta que en el arreglo parroquial de 1891, San Justo se separa de San Miguel, trasladándose a la ya mencionada iglesia del antiguo convento de las Maravillas, para volverse a llamar otra vez San Justo y Pastor, advocación que continuó llevando hasta 1969, año en que se convierte en la parroquia de Nuestra Señora de las Maravillas y de los Santos Justo y Pastor. En cuanto al edificio, fue proyectado por Alonso de Carbonell probablemente en la década de 1620, y sabemos que entorno a 1631 dirigía las obras el arquitecto Cristóbal de Aguilera. La planta es de cruz latina, espaciosa, con pilastras dóricas en el cuerpo de la iglesia y con tres capillas a los lados. Se han realizado varias reformas, la más importante en 1770 por el arquitecto Miguel Fernández. De su interior destaca un magnífico retablo realizado por Pedro de la Torre en una fecha posterior a 1624.



Desamortizado el Convento como hemos visto durante los años de la revolución de 1868, la iglesia acoge la paroquía de los Santos Justo y Pastor y el convento fue demolido abriéndose en su lugar la Plaza del Dos de Mayo, con lo que las religiosas se tuvieron que trasladar al convento de don Juan de Alarcón en la calle Valverde. Allí estuvieron hasta que en 1891 abrieron una pequeña capilla en el Paseo del Obelisco, 20. El problema fue que no pudieron pagar la casa, y a los dos años la comunidad tuvo que pasar al convento de las Comendadoras de Santiago, situado en la plaza de su nombre. En 1902, doña Milagros Gosálvez y su esposo, don Saturnino Calderón, decidieron apadrinar a las religiosas, acabando así con su largo periplo por las calles de Madrid, y para tal efecto las donaron un amplio solar en la calle Príncipe de Vergara donde construir una iglesia y convento. El 20 de mayo de 1902 se puso la primera piedra del nuevo edificio, que bajo la dirección del arquitecto Manuel Ortiz Villajos, fue inaugurado el 29 de marzo de 1904.

En el centro del Barrio de Salamanca se encuentra la iglesia de Nuestra. Señora de las Maravillas, una de las advocaciones más antiguas y populares de Madrid. Unido a dicha iglesia está el Monasterio de Monjas Carmelitas contemplativas. A mediados del siglo XVII, la iglesia conventual llegó a ser "el santuario más célebre de la corte". Según una leyenda un día del año 1620, estando las monjas paseando por la pequeña huerta del convento -lugares que ocupa hoy parte de la Plaza del Dos de Mayo- repararon con sorpresa que una pequeña y linda imagen del Niño Jesús se hallaba recostada sobre una mata de flores o de las llamadas de "maravilla", flores de color anaranjado o amarillo. Las monjas lo recogieron y con grande alborozo lo llevaron al coro, donde improvisaron un altar, adornándolo con las flores sobre las que había aparecido. Pronto comenzaron a llamarlo "Niño Jesús de las maravillas". Cuando años más tarde lo colocaron en las manos de la Virgen, el Niño era tan diminuto que necesitó estar adornado con ese asiento floral y, fieles a este tradición, el Niño Jesús sigue sobre un ramo de flores que la Virgen sostiene entre sus manos. Tras diferentes cambios de conventos motivados por las guerras y la política, doña Milagros Gosálvez y su esposo don Saturnino Calderón manifestaron su propósito de erigir templo y monasterio en honor de Nuestra Señora de las Maravillas. l 20 de mayo del mismo año 1902 comenzaban las obras, tras la bendición y colocación de la primera piedra por el obispo de Madrid, don Victoriano Guisasola. El 11 de junio de 1904 se trasladaba la comunidad, con la imagen de la Virgen, a su nuevo convento de la calle Príncipe de Vergara 23.
Hector Pignatelli y Colonna, duque de Monteleón. Virrey de Cataluña con Felipe III entre 1603 y 1610.

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